Él sigue leyendo las historias
que una vez ella le compartió,
fragmentos de un tiempo dorado
donde sus risas fluían
como hojas danzando al viento.
En la penumbra suave de la noche,
sus manos recorren libros amados,
páginas que guardan su esencia,
susurrando secretos que el tiempo
nunca logró desvanecer.
Cada línea es un suspiro,
cada palabra, un eco profundo,
y en cada relato se adivina
el murmullo suave de su voz,
como canto de un ave en la mañana.
Él sabe, al cerrar el último tomo,
que su amor perdura en la brasa,
brillando en el rincón del alma,
un faro entre sombras que guía,
un abrazo eterno, siempre presente.
Así, entre páginas y recuerdos,
teje sueños de un amor infinito,
pues aunque la vida los separe,
en las historias que escribe el destino,
ella siempre será su más bella novela.