Me acostumbraste a esperar tus mensajes y llamadas de madrugada, y ahora se hace tan difícil despertar sin esos momentos de emoción. Me acostumbraste a tenerme presente, a buscarme, y ahora se hace tan difícil quedarme en el pasado. Me acostumbraste a sentirme deseada, y ahora se hace tan difícil sentirme indiferente a tus ojos.
Nuestros encuentros se sienten transaccionales, como si fueran solo por cumplir, y no por esa chispa que alguna vez nos unió. Extraño la magia, el deseo genuino, y la conexión que parecía indestructible. Me duele.