Leoness

La desvencijada puerta

Por entre la desvencijada

Puerta del rústico refugio,

Gemía la persistente ventisca,

Arremolinaba sobre la pradera

La corrompida hojarasca.

El frío nos traspasaba y

Temblábamos en suspiros

De un apasionado amor

Cabalgando los desnudos cuerpos,

Entre el heno tendidos.

Los sentidos sublimados

Atrincherados bajo suspiros,

Bajo crepitantes delirios

De las cerchas en la techumbre.

Dentro de aquel chamizo

Recogidos en nuestra penetrante

Osadía, hasta la sofocada calma,

De aquella tibia naturaleza.

Ya el viento apenas sopla,

La paz ha vuelto, carnal,

Entre dos alimañas, abrazados

 

¡Lejos, la ventisca solloza de envidia ¡