Llegó el día del derroche
a una raza de leyenda,
pocas luces en el cielo
y las farolas de la ciudad
son estrellas sin rendición,
iluminarias errantes
de sus vestidos de colores.
La joven se somete,
se asusta la hermosura,
tres rosas sobre el pañuelo,
tres veces reza la pureza
cubierta de peladillas fecundas,
zarcillos y collares
sobre el pecho de la novia.
Cantan la alboreá,
a hombros salen los novios,
la comunidad entona
el yeli a la alegría,
desgarrados los gitanos
rompen los ojos de azahar
de sus camisas sin mácula
hasta crujir las guitarras.
Respeto al Patriarca,
el valor de la palabra,
salud y libertad,
la señal de los gitanos,
siempre la hermandad.