Maria Rosas

Éter

Encuentro un vestigio que vislumbra,
en un recorrido sin pausa palpable.
Entro al templo que lo reconocí al instante.
Envuelta atrapada de su ardiente mirada,
adicta a su energía en infinito susurro.
Amante íntimo que navega con lentitud a sabor de tentación.  

Desmesura contempla amarte sin cordura,
emblemático encuentro desatador.

Quiero…
Sacudir, sollozar, aclamar, recaer y renacer.

Del roce cálido de tus labios…
Reclamo un jugoso candente momento eterno.
No contengo el desbocar derretida delicia perdida.
Del roce cálido de tus labios…
Tan estimulante que me detengo a tomar aire.
Regocijarme en los ecos de tu canto.

De esa respiración agitada de caos que no se comprende.
Al estadillo de tus gemidos en ahogo de silencio.
Duermen caricias besando tu piel.
Saberte en besos agobiantes.
Presentir que te agitas de besos carnales.

Bésame… pero bésame el alma.
Bésame… pero que sea asfixiante.
Déjame existir en tu beso y consúmeme en el beso.

Ese beso caótico eminente que nace con el lenguaje de tus labios.
Suaves, tiernos y cálidos.
Cálidos y jugosos.

Jugosos ligeros de éxtasis,
Proponían una danza hechizante, inmerso de calor radiante.
Deseo agotador que no quiero evitar.
Deseo que consume, desata y que rebasa
Caer en el deseo de sed y poder.

Poder y codicia que alimenta mi jardín.
Quiero ser musa, musa de aquel varón.
Déjame levitar y caer en el paso celestial,
Delicada y dulce compasión cubierta de la obsesión.

Exorbitantes placeres latentes.
De una llama que ardía y que cada día prendía en su eterna agonía.
No apagues la llama que brota una vela escurrida encerada.

Se detuvo el tiempo y fuesen esos invulnerables momentos…
Se detuvo el tiempo que parecía eterno.
Eterno, tan eterno… perdurar en lo eterno.