VERA ANGEL

Te vi

Transité por el frío del espacio en soledad. Cada parte de mí se movió por inercia. El tiempo, en su compás, marcó los días y noches con ideales que cambiaron; no podría decir si mejoré o me dejé influenciar en mis momentos de juventud. Espacios llenos de frío; los cuartos se hacían viejos, se caían las pinturas cuarteadas con goteras que empapaban la habitación. Este frío espacio.

 

Una mañana tan ajena a mis días anteriores marcó un cambio; no lo vi en el momento. Me paré como todas las mañanas, con el humor y la rabia por no dormir un poco más. El consuelo del agua caliente esperaba en la ducha; lo mejor, el pan con crema que apelaba a mis más grandes antojos. Así salí en el viaje que me llevaba a mi trabajo. El tránsito me recordó a mí: aburrido, lento y predecible.

 

Al bajar, más de lo mismo: espectros que cruzaba o atravesaba con el mismo aburrimiento en sus ojos como los míos. Reconocí a los míos y ellos a los suyos. La mañana creció en tarde y maduró en la noche. El regreso fue inevitable al zócalo, y ahí vi una criatura con ojos de gato, atenta a cada movimiento del ciudadano, esperando, observando. Esos chinos que caían en su frente marcaban una diferencia total a mi día; si pensar o saber qué pasaba en mi interior, olvidé la rabia, solo te vi.