El viento sabe a sal y a piel mojada,
silba en mi oído un canto de coral.
La luz, dorada, danza entre la espuma,
un tacto suave, líquido y fugaz.
La arena quema, huele a sol cansado,
su aroma arde como un viejo hogar.
Los árboles murmuran voces verdes,
sus hojas pintan sombras al pasar.
Un pájaro de fuego cruza el cielo,
sus alas gritan notas de cristal.
La noche llega, fría, entre suspiros,
y el aire escribe estrellas sobre el mar.