Soy objeto de mi persona conociéndome en cada intento; no lo soy porque mañana estaré más cuerdo en la ínsula de mis sentimientos. Caminaré despacio sin desviar el soplo de mi alma.
Cada obsesión es un laberinto sin luces, pero con una entrada en donde entran muchos y sale uno.
Soy el consentimiento de mi cuaderno en que derramo coágulos de mi transpiración, por intentar más, pero yo sé que el pasado nos trata de enderezar, en esta vida que sigue el rumbo mientras unos nacen y mueren cada segundo. Así es la vida, el compromiso que tengo con la muerte.