Soy pasajero de mí mismo.
Me chirrían las nubes vacías
donde la eternidad cae sobre
el firmamento, y la materia es
indiferente a la profundidad
tibia del vacío inmenso y transparente.
Mis párpados protegen el más puro
espejo que son y cubren mis ojos, donde
se traducen las olas más esbeltas
reflejadas en la Luna.
Entonces… se enciende toda una desnudez
que es transportada por mis lágrimas, esas heridas con
tanto, con demasiado verbo acallado…