Stacy Mendoza

El Aire Olía A Despedida

Nunca sentí un adiós tan verdadero

La fuerza con la que guardaba

los momentos que compartimos

se debilita hasta la muerte.

 

El gusto por escribir de ti,

de tu alma y del amor,

se evapora como el humo

de los últimos cigarrillos.

 

Se derrumba

sin sentir la necesidad de sostenerlo,

acaba sangrante,

como la luz del día en el atardecer.

 

Después de tanto,

después de las lágrimas

y miles de palabras,

acaba el dolor

que produce este sentimiento.

 

No hay agradecimiento

ni remordimiento,

sólo queda el recuerdo

del sentir tan crudo del amor.

 

Han pasado más de 2,592,000 minutos,

43,200 horas,

1,800 días,

5 años

y lágrimas incalculables

que has permanecido en mí.

 

Y aún así prefiero darte esta despedida,

llenando una hoja más

de palabras

que sólo tú logras ocupar.

 

Es otra noche fría.

Sí, esas que tanto me gustan.

 

En el silencio perfecto de la noche,

con las luces lejanas de la ciudad,

el cabello despeinado,

el desastre natural y eterno.

 

Y sin olvidar

que el aire olía a despedida

a una despedida

que no lastima mi corazón.