Tantas caídas, consecuencias devastadoras al final, pues el corazón, moribundo, ya no puede caminar. Cargado de un dolor que en el día debe soportar,
se convierte en una bomba de tiempo , lista para detonar.
Heridas que empezaron como roces, y que se fueron abriendo más de manera sigilosa de manera exponencial, y que no te diste cuenta hasta que estabas cerca del trágico final, donde a unos segundos estabas de explotar, arrasando con la alegría el dolor y la esperanza por igual.
Con las costillas adolorida andas día a día , puesto que el corazón contra ellas desahoga toda su tristeza toda su agonía, con golpes tan fuertes tan constantes, tan llenos de cobardía, como un grito de auxilio tan fuerte tan silencioso, puesto que nadie llega para su llamado atender con valentía.
Noches endemoniadas formaban parte de tu rutina, donde el insomnio y la ansiedad destruían tu sueño, destruían tu vida. Vida que es una palabra muy generosa para referirse a la agonía, puesto que tu corazón ya sólo late por pura ciencia, por pura biología.
El silencio es tan abrumador, puesto que estás desconectado de tu alrededor, como si la mente se enfocará solo en el interior, intentando mantener todo bajo control, tu respiración se torna de un ritmo tan demoledor, sientes como tus adoloridas venas van transportando en tu desgarrante sangre todo ese dolor, y tú mente entra en crisis al no poder con toda la presión, hasta llegar al colapso que el inicio del fin aquella noche de tantas marcó.
Con el alma entrando en pánico y el estómago por la boca queriendo escapar, se escucha un ruido tremendo por lo que apenas acaba de comenzar, un silencio ensordece tus oídos, y ahora solamente puedes escuchar, como el corazón explota, y un ritmo automático vuelve lentamente tomar , y ese silencio se vuelve asesino y a tu corazón acaba de abrazar, pues la etiqueta de \"el objetivo cumplido\" le acaba de colocar.
Un fuego asfixiante inunda todo tu pecho y se derrama por tu espalda, dejando una quemada profunda que no es física si no que esta plasmada en el alma, y un frío punzante que por todo tu cuerpo se propaga, y deja un hormigueo incesante pues tu cuerpo acaba de quedarse sin tu alma.
No entiendes nada de lo que en tu cuerpo acaba de pasar, sin darte cuenta que el corazón sin la columna y sin su alma se acaba de quedar, mostrando una gran invalidez emocional, en el cual solo sientes un vacío que con la soledad un brindis acaban de realizar.
Tan devastadora fue la honda voráz, que tu corazón más dañado no pudo quedar, quedando paralizado por siempre sin la oportunidad de regresar, y que en una silla de ruedas ahora se tiene que movilizar, la cual lo limita únicamente a su función biológica realizar, puesto que la vida ya no forma parte del menú principal.
Robotizados ahora están cada uno de tus latidos, puesto que el corazón así fue programado, así fue construido, donde su única tarea de enfoca en realizar, puesto que despojado de sus otras funciones acaba de quedar, pues a la configuración de fábrica fue forzado a regresar, , donde ahora se basa en un sistema: mecanizado, biológico y puramente existencial.
Minutos desmesurados con un sentimiento de vacío y calma que crees que tu vida siempre van a marcar, puesto que no sientes más tu pecho mas que la respiración programada y un monótono y lento palpitar,
Y sientes una comezón y ardor en el alma puesto que una parte importante acaban de arrancar, que a un ritmo exorbitante cicatriza con las costras instantáneas del destino y la pérdida de la suerte y el azar , y tu cuerpo queda en una calma irrompible, en la cual de por vida vas a quedar, puesto que ya nada puede sentir el corazón ya sea para bien, o ya sea para mal.
unas pocas lágrimas salen sacando los pocos residuos que aún en tu corazón guardados quedaban, dejando el corazón vacío y limpio listo para enterrarlo en una caja de porcelana, mientras que el cementerio de lo que un día se trató de tu vida y de tu alma, deja un vacío constante que te sigue hasta el día en el que tú último aliento tenga su llegada,
Hoy, con un corazón inválido, debes avanzar,
sin recuerdos de alegría ni dolor por recordar.
La frialdad de tu mirada a otros puede penetrar,
y aceptas que los sentimientos nunca más van a regresar.