Mil vaggio

Diciembre 1.

Somos los amantes y los amados, los que aman y a veces odian, somos lo efímero en el universo, aprendemos y desaprendemos, dejamos trenes y tomamos caminos, soñamos en esas noches eternas, esas noches en las que el tiempo deja de poseernos y somos menos breves y ocupamos el infinito espacio en su totalidad. Sé de mapas y mapamundis y globos terráqueos y constelaciones, pero me gusta más el patio de mi casa, el ruido de la cuadra, la voz de los míos, el mercado con su olor a frutas y especias, el viejo cine, los adultos con sus juegos y sus historias, y los crepúsculos que nunca son iguales. Sobre todo, mi casa, donde existo sin el más mínimo pudor.

No, no soy un cadáver, no soy el hubiera, ni el eco de una piedra en el fondo del pozo. Soy el sereno de la madrugada, el rayo de luz sobre las hojas tiernas de primavera, soy el canto de la alegría, soy el verdugo de la melancolía, sobre mi cuerpo florecen los lirios y anidan los pájaros, en mis ojos siempre hay nubes, mares y montañas que no tienen fin, me sumerjo en el amor de mi dios, me place ser yo en cada paso, en cada nuevo intento al despertar, soy más fuerte de lo que crees y de lo que creo, ando en busca de la felicidad y no me detiene el miedo, ya nunca más...

Así que ahora levantaré el vuelo, iré por ahí entre las nubes, entre los árboles, sobre las llanuras,y me detendré sobre el inmenso mar a observar mi reflejo mientras la luna ilumina todo lo que encuentra, caminaré por las calles de la ciudad, de algún pueblo, me miraré al espejo no como un desconocido sino como alguien que ha vuelto de un viaje interno y ahora conserva un alma que brilla, que ya no sufre de ausencia de luz, que ya no busca fuera, soy la inmensidad de mi paz y mi estabilidad y no dependo de los juicios externos, soy la esencia del amor propio, poseo la sabiduría y la fuerza para afrontar la vida, ahora sé quién soy.