Al caer la tarde, en el boulevard,
las sombras se alargan, el cielo es de fuego.
Tus pasos resuenan, danza del azar,
y en el aire flotan palabras que no veo.
Frente a un café, dos tazas olvidadas,
un par de risas que el viento se lleva.
Te miro y en tus ojos, vastas galaxias,
un universo entero donde cada estrella juega.
Deslumbrante atardecer en tu mirar,
océanos de oro donde el sol se despide,
espejos del mundo, calmados y profundos,
reflejos de sueños, donde el tiempo se mide.
Las luces titilan, susurros encantados,
un romance que brota entre risas y sombras.
Cada parpadeo, un suspiro sagrado,
en tu mirada, el alma del boulevard nombra.
Es un boulevard testigo de estos abrazos,
caminos entrelazados, nunca hacia atrás.
En tus ojos encuentro el calor de mil lazos,
un hogar donde el amor siempre brillará.
A cada paso y en cada suspiro,
infinidad de historias en el carmín de tu piel.
Así seguimos, dibujando el giro
de nuestras vidas, un eterno vaivén.