hay que callarlo todo
(incluso el sueño
que provoca los mareos de repulsivo
cartel)
(no está de más -ni de tan poco-
hacerse a un lado del terráqueo
y dejar que verborreen los intrépidos
de siempre)
hay que callarlo todo:
potenciarle pausas al vocablo
y tirar a la fuente dos espesas monedas
para tomarse las riendas de frentón