Mis ganas de ti nunca se van,
se acumulan y podemos estar juntos sin estarlo.
Mis noches no se hicieron para dormir,
sino para pensarte.
Me gustas porque tu enciendes mi cuerpo,
revolucionas mis neuronas y aceleras mi corazón.
Mi intención siempre será dominar tu mente,
volverme un vicio, atrapar tus deseos.
Cuando nos quedamos callados, sin temas para conversar,
empiezan los gemidos a mandar hasta el próximo silencio.
Somos nuestras propias personas indicadas,
y lo aprendimos con exactitud cuando llega el alba.
Ese es el momento en que nada puede apartarnos,
cuando sabemos que nuestros pensamientos no son distintos.
A veces, todo empieza con un café compartido en la mañana,
que siempre acaba por enfriarse antes de beberlo.
Y otras veces somos como un manso río que corre ladera abajo,
tardando una vida antes de poder separarnos.
Quedate aquí, donde el viento no sopla, donde el amanecer se atrasa,
que cada día será una copia al carbónico para todos los días.