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El gato negro

Estaba el gato negro, posado en la lumbre,

La luz distorsionada del día fúnebre.

 

Con la entrada solar de la desolación,

Brillaban sus ojos color jade.

Todo estaba lleno de luz,

Pero también de oscuridades.

 

Alzaba el viento,

A quienes rodeaba les hacía crecer sus inseguridades,

El humano ingenuo, lleno de asquerosidades.

 

Se alza el manto negro de tristeza,

Rodeado de insignificantes estrellas.

 

Ha llegado la noche.

De madrugada, el gato negro camina;

En el cementerio se exilia.

 

En una tumba va a reposar,

Para el descanso eterno alcanzar.

 

Ya no quiere vivir, ya no quiere seguir,

Algo parecido a mí.

 

Y es que está cansado de que lo miren raro,

Está cansado de que lo echen de todos lados.

 

Los pasos del mundo lo evitan,

Temerosos de su sombra incomprendida.

Algo parecido a mí.

 

Caminamos juntos,

Tú en la penumbra, yo en el abismo,

En el filo del mismo destino.

 

En tu mirada perdida reconozco mi reflejo:

Dos almas rotas buscando silencio.

Ha venido la indeseable a recogerlo,

Ha venido la temible a acabar con su sufrimiento.

Que tu manto me envuelva, para borrar las cicatrices del desprecio.

 

Mis ojos han perdido el brillo,

Mis esperanzas han perdido el sentido.

 

Ya no te verán raro,

Ni llorarás por ese amor deseado.

 

Ya no serás la sombra de la luz,

Ya no serás el melancólico y tenue fondo del espléndido baúl.

 

Ni la fuerza de la desgracia.

Ahora en pena caerá la gente que no te amaba.

 

Mi querido gato negro, ve con la muerte y sé feliz,

Que pronto estaré en el desfile negro junto a ti.