Charlie Aritz

Tacto sutil

 

Tuvimos la loca idea de echarle un pulso al destino

en aquel lugar tan impregnado de candentes recuerdos.

 

De repente, me encontré en un abrazo que podía enderezar el aire, 

solo el sutil tacto de su mejilla me ataba a la tierra. 

 

La realidad se disolvía líquida y una mirada ardiente me correspondía

como si fuera el otro lado de un espejo. 

 

Mis manos le susurraron la piel en las huellas de la tentación,

la suyas, eran el deseo trepándome desde la planta de los pies,

y la chispa inevitable

estalló

atravesándonos los sentidos. 

 

El fuego iluminaba el desnudo anhelo

... y cerramos la luz.

 

 

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