Le dabas a manos llenas a tu hijo
y, siempre me regañabas por decirte:
no complazcas o le des todo; mejor
aplicale dureza como lo hacías
conmigo y, se portaba mal cuando
lo correjias.
Hasta te fuiste de mi vida;
me dolió mucho lo que hiciste,
me quedé triste y vacío.
Me costó superar esa pena.
Hoy que veo tu
desdicha y, lloras por él porque,
estás pagando su fechorías y, no
supiste corregirlo a tiempo.
Aunque me duela, no cuentes conmigo porque,
fuiste mala y grosera con quién más
te quiso; solo porque quise que lleves
un buen camino para tú hijo.