Robert Louis Stevenson, pidió disculpas en uno de sus poemas por dedicar
«las horas de su anochecer a esta pueril tarea» y por no
haber seguido la tradición de sus antepasados, en su mayoría
ingenieros y constructores de faros. «No digáis de
mi que, débil, decliné / los trabajos de mis mayores, y que
huí del mar, / de las torres que erigimos y las luces que encendimos
/ para jugar en casa, como un niño, con papel». JAVIER MARÍAS
En el fondo de la mar soñada,
resuenan serenatas celestiales,
devienen de delfines, de batracios,
del ulular de las olas,
del roce de los corales con un buque de carga;
la grúa flota en la cubierta,
el capitán bosteza,
una travesía más,
las gaviotas observan en su vuelo,
gozan ...,
en la ciudad,
las luces se han ido consumiendo,
a lo lejos un cirio alumbra dibujando sombras temblantes;
tales pinceles dejan huellas en sus pensamientos,
ora él, ora aquél,
príncipes reales en sus palacios,
ociosos,
irónicamente felices,
intrigas y melodramas;
sin decidir sus destinos
ya definidos...
los campos,
trigales adormecidos,
pastizales verdes,
ganado,
liebres desafiando el amanecer,
gente sencilla labra,
...
es la simultaneidad
...
las palabras como cáscaras de nueces vacías