Parada frente a ti, incrédula de tu estado.
Mi zuela entre piedras y tierra se acerca a tu descanso, tan profundo, tan vacío.
En eso, reproducciones de tus palabras en mi cabeza, de tu temperatura de tu piel al tacto
Indeleble sensación de tus arrugas de la frente en mis labios, con inciensos de tu vejez sobre expuestos
Darme la vuelta y decirte adiós me desgarraba. Cada día sentí un hoyo bien doloroso de pecho a espalda, que destilaba agua helada y me hacía tiritar.
Que ganas de pisar la arena, oler la sal y empaparnos la boca de coco.
Pero contigo.
Dónde estés, estaré, mientras tanto escúchame cuando te llamo, dame un buen consejo y dame impulso de caminar hacia delante y no para abajo.