A lo lejos, en el horizonte,
una pequeña luz brillaba;
frente al desierto monte,
de su fulgor se alimentaba.
Muy pronto se acaloró,
mucha agua necesitaba;
un golpe de calor sufrió,
y de repente se ahogaba.
El tiempo lento pasaba,
y agua del cielo no caía;
saciarse de ella añoraba,
mas esa esperanza moría.
Llegó la hora del ocaso,
y un viento frío la refrescó;
pero sentía tanta sed
que su fulgor se apagó.
En la penumbra, un lamento,
un susurro en el vacío:
\"Soy la llama de un intento,
y sin agua, desvarío.\"
Mas al alba, con el rocío,
una gota se deslizó;
el monte guardó el secreto:
la pequeña luz volvió.