Lo supe. Sí, lo supe una noche de frío, silencio y un nudo en la garganta. Se me hizo difícil continuar al entender lo que había hecho.
Esa noche estaba en mi sofá gris, con mi saco —para ironía, también gris— viendo algo que empecé cuando estabas conmigo. Algo que era lo suficientemente largo como para haberlo terminado contigo. Pero sigo sin entender qué fue lo que hice, lo que vi o lo que escuché, para que esa grieta en mi corazón apareciera.
Dicen que la tercera es la vencida, pero nunca dicen para qué.
Se supone que es para ganar, aunque, si así fuera, esta tercera vez se trató de dolor y consecuencias.
—¿Consecuencia de qué? —murmuré, sin entender todavía.
A mi parecer, no me había equivocado. Pero si lo hice, fue de tantas maneras posibles...
Empecemos en reversa.
—¿Qué me interesó de ti?
No lo sé. Esa es mi primera respuesta, incluso después de pensarlo mucho. Tal vez cómo tratabas a los demás: dabas sin recibir, amabas sin pedir. Solo quería hablar contigo, aunque fuera una vez.
—¿Qué me impulsó entonces?
Amabas a alguien que te engañaba, y eso me molestaba. Esa persona, la más cercana a ambos, me contaba tanto de ti que comencé a bromear contigo:
\"Es increíble.\"
\"Yo lo trataría mejor.\"
\"Si estuviera conmigo...\"
Abrí una pregunta retórica, pero me contestaron. Y seguí mis impulsos en vez de mi cabeza.
Lo primero que supe de ti.
Me acerqué de una manera tan inhumana para mí, y a ti ni siquiera te molestaba. Yo solo quería acercarme más y más. Sabía que mis sentimientos gritaban tu nombre, a pesar de que solo tenía tu amistad. Y cuando dejé de ocultarlo, supe que para ti jamás sería algo más.
Punto aparte.
De mi vida quise alejarte. Bien, lo logré, pero de mi cabeza no supe sacarte. Ahí estabas, con alguien más, mientras yo intentaba creerme la mentira de que eras pasado y nada más. Me dijiste que no eras quien yo pensaba, que eras mucho peor. Pero entre ojos de amor... ¿quién iba a creerte?
Segundas oportunidades.
Volviste a mí. Vaya sorpresa. Exclamabas amor y promesas que, a primer oído, eran murmullos del alma. Te alejaron de mí por miedo a romperme, pero, aunque me dejaras tirada en un rincón, sangrando, yo seguiría ahí, pidiéndote que no te vayas. Y eso habla mucho del amor que te tengo...
Dudé, y el miedo ganó.
Antes de mí, sé que hubo otras. No me importaban. Bueno, no todas. Pero había una. Esa que querías antes que a mí. ¿Y si todo era mentira? ¿Tus promesas y tus \"te amo\" eran falsos? ¿Corriste a mis brazos solo porque ella te rechazó? ¿Sabías que siempre estaría aferrada a ti? ¿Llegaste siquiera a sentir algo por mí?
Mis dudas me confundieron. Y un idiota, alguien más cercano a mí, me hizo pensar que todo era falso. ¿Me estabas usando para olvidarla? ¿O realmente intentabas amarme?
Así fue como te abracé por última vez. Con un nudo en la garganta, sin poder respirar tranquila, mientras tu calor cubría mi cuerpo. Mirarte a los ojos no bastaba para quitarme el miedo de ser tan solo uno de tus juegos.
Cobarde.
Eso me llamo día y noche. ¿Por qué no te pregunté? ¿Me habrías dicho la verdad? ¿Por qué no te lo dije cuando estábamos juntos?
De lágrimas se llenó mi rostro mientras inventaba la forma de alejarte de mí, de una vez por todas.
El insomnio también habla.
El día se sobrelleva, entre una cosa y otra olvidas tu mayor pesar. Pero al estar sola, acostada con un corazón que no calla, los recuerdos te matan.
Te buscaba por mis sueños, ya eres dueño de muchos de ellos. Sueños inconscientes que te envuelven y no te sueltan, dándome esa necesidad de querer estar contigo, aunque sé que ya no estarás.
Dormida, sueño contigo. Y despierta, también. En la cocina, en la sala, por la calle... imagino que estás a mi lado, estos escenarios, se basaban en los dos bailando, me murmurabas que amabas al oído, mientras te acariciaba el pelo, finalizando con un dulce beso.
Te escribo cada noche en mi cabeza, detallando uno por uno de tus cualidades, tus hermosos ojos cafés que tan solo mire una vez, el miedo no me dejo detallarlos bien, pero al pintar tu retrato, me vuelven a envolver esos ojos en un mundo lleno de sentimientos y sensaciones.
La noche nos hace hablar con el corazón.
A nadie le había contado. Poco salía de mi boca. El silencio reinaba cuando me preguntaban sobre el amor. Es un silencio continuo para todos, mientras mi mente grita palabras que necesitan ser escuchadas.
Alguien fue indiscreto al preguntar, y de mi boca salió:
\"Ya no lo tengo más.\"
Sus argumentos sobre mi cobardía me lastimaron, aunque también me dieron el valor de volver a buscarte.
Quise esforzarme en hacerlo bien esta vez. Dejé el miedo de lado, ignoré tu pasado y creí en el amor que me ofrecías. Estaba lista. Pero esta vez, tú soltaste mi mano, dejándola en el aire. Corriste. Troté detrás de ti, pero ibas tan lejos que supe que jamás te alcanzaría.
Al final, siempre estará mi soledad, para enseñarme sobre tu ausencia y lo mucho que eso me llegaría a destruir… Sin poder hablar, te lloró y escribo cada noche, Cepeda entre sus versos susurra tu nombre, recordándome, cuántas veces me equivoqué, demostrando que, sí, se pueden enamorar de ti, pero en todo caso, serás la persona equivocada. Así que esta es mi carta de despedida, soltarte traerá descanso a mi vida, pero eso no significa olvidarte, eres uno de mis mejores recuerdos y así te voy a mantener.