Francesco Alaniz

Aquí frente al papel.

Tanto tiempo anhelando,

cada día visualizando,

por las tardes vislumbrando

y por las noches procrastinando,

como conllevado por un guión desesperado,

en el que abundan los presagios

y sofocan los espacios.

 

Entre el multidiverso y amplio espectro del dolor,

brota desde mi corazón, 

un sentimiento que desde el interior,

busca y busca con obsesión 

lo que esta adentro y no en el exterior,

y es por eso que la razón

corta se queda cuando me supera la emoción,

que disfrazada de pasión,

genera en mi alma la sensación,

de una enorme confusión ,

que causa esa culpa que no tiene explicación.

 

Aquí frente al papel,

ante el blanquecino lienzo,

donde florece el pensamiento y

se desborda el sentimiento,

como salpicando a un paisaje en blanco

con las letras que fluyen en el momento.

 

Confesar con discernimiento,

comprendiendo que el conocimiento 

es conocer y reconocer

lo que va más allá del intelecto,

trascendiendo en medio de lo incierto

a todo lo que resguarda el universo.

 

¿Cuántas formas de morir?

y como entre tanto puedo yo sobrevivir,

es que me pesa el existir,

es algo que va más allá del decir,

si no de abrazar, enfrentar y seguir

hacia esta realidad que no nos tocó elegir,

y por tanto, fundamentalmente conseguir,

la paz necesaria para lograr subsistir.

 

Tal como si mi cerebro fuese un megáfono

cuyos ecos retumban en cada espacio de mi ser,

sí pudiese yo obtener,

la fórmula precisa para comprender,

la pregonaría una otra y vez,

pues es una gracia entender,

que muchas veces todo sale al revés.

 

Es que el cuerpo no solo urge de comer,

de ser o de parecer, sino de trascender,

observando como que si desde afuera se pudiera ver,

lo que desde adentro es imposible reconocer.

 

El estar vivo es una gracia,

pero el estar muerto es ganancia,

a que se aferra entonces el sujeto,

que romantiza la vida y su trayecto,

sino es a través de los versos,

que dando belleza al caos,

le dan sentido a este universo.