Beberé la gota espesa de la muerte
sin pensar en su sabor amargo
como que si fuera el purificador
que mi madre me daba
con una rodaja de naranja,
antes de que la virgen Luna
empezara a cambiar de fases,
cuando era un niño terrestre
que caminaba sobre la gravedad,
en el amanecer de la noche,
dormido con sus pies descalzos.
HuGóS | 2-2-2021| 8:16 p.m.