Tus labios como dos tormentas desatadas en mi cuerpo
Arrancaron el sabor que en mi dejo aquella mujer.
Tus manos lavaron las caricias que en piel dibujo
El silencio de su adiós hoy se pobló con tu voz
y como un ángel celestial tu presencia en mi vida
exorcizó el fantasma de su recuerdo,
su cuerpo, de su amor,
el que se escondía entre las noches,
entre los latidos de mi corazón,
por los rincones de mi alma,
aquel del cual extrañe hasta su nombre.
Me hiciste olvidar lo mucho que la ame,
me hiciste olvidar que ella fue mi primera vez
En las mismas noches donde a ti me entregue
celebre el funeral de su amor,
sepultando para siempre en el ayer
lo que ella me hizo sentir
y aunque significo mucho para mi,
hoy eres tu quien me da todo lo que necesito para vivir.
Sin pedírtelo hiciste que de ella me olvidara
y hoy todo lo motiva tú:
poemas que nacen en ti, sueños cultivados gracias a ti,
esperanza corriendo en tus venas.
Yo la ame, es verdad que la ame, ya no la amo.
Me hiciste olvidar lo mucho que la ame,
me hiciste olvidar que ella fue mi primera vez.
Ya no pienso en ella,
y si hoy en este poema la he vuelto a recordar…
estos son los últimos versos que por ella escribo.