Misterioso como el universo,
el laberinto blanco agrisado,
concibe fragores razonados
y sosiegos vanos e inversos.
Extremos dispares e inmersos
dentro de mares de desilusiones
engendran diversas cogniciones
de caracteres tiernos y perversos.
Cada flor es de semilla distinta,
produce fenotipo colorido,
las razonables yacen extintas.
Cada fruto de sabor diferente
brota de la savia suculenta
su aspecto no lo aparenta.