La luna,
al ver que nadie,
muy pocos la miraban;
bajó,
vio indiferencia,
personas distraídas;
su reflejo hermoso,
se fue extinguiendo,
la tierra,
se fue apagando;
llegaste tú,
con tú brillo,
le diste un haz de esperanza,
comenzó a iluminar los parajes de la tierra,
recomenzó la vida,
el entusiasmo en la gente,
volvió a nacer,
hay nuevas ilusiones,
la creencia en sí mismos,
comenzaron a enfrentar sus miedos,
sin vanidades,
ni egocentrismos,
solo fueron ellos;
permitieron los silencios necesarios,
les dio esa capacidad de reflexión,
saber que lo que tienen,
por muy poco,
o mucho que pueda ser,
mientras no exista un sentimiento de pertenencia,
conocerán la libertad,
al darse cuenta,
que nada es propio,
recién allí,
se podrá decir se es feliz;
la felicidad no es pertenencia,
dominación o sumisión,
es liberación,
un alma libre,
de personas,
de las cosas,
es autonomía,
es paz.