A lo lejos fulgura, etérea, una centella,
un astro fugitivo en mi noche sin fin;
su brillo se burla de mi lucha tan bella,
como un falso profeta con rostro de marfil.
No sé de dónde nace ni su arcana osadía,
mas dejo que me arrastre con su tenue esplendor;
quizás es el engaño que mi alma pedía,
o un refugio inventado para huir del dolor.