JaderGarcia

Confesiones intimas...

En la penumbra de la noche, con susurros de deseo, me contaste tus fantasías, con un tono sincero.

Tus ojos, luceros ardientes, reflejaban la pasión,

mientras tus palabras tejían nuestra intensa conexión.

 

Me hablabas de un cuarto oscuro, de ataduras y cera caliente,

de gritos ahogados, de un placer envolvente.

Tus manos, exploradoras sin temor ni pudor,

me llevaban a un mundo de intenso fervor.

 

Describiste un juego de roles, ser mi amo y señora,

donde la sumisión se convertía en el mayor honor.

En cada mandato, en cada orden emitida,

sentía el poder y el deseo, una pasión compartida.

 

Hablabas de encuentros secretos en un cuarto de hotel,

donde nuestras manos exploraban cada rincón de piel.

El riesgo y el placer se mezclaban en la cama,

donde cada susurro alimentaba la llama.

 

Me pintaste un escenario de lencería fina,

donde me esperabas, un regalo en cada esquina.

Desnudos en la oficina, con puertas cerradas,

el deseo y el riesgo iban de la mano enlazadas.

 

Tus fantasías de ataduras, de ser prisionero de amor,

dominar y ser dominado en un juego sin temor.

La cera caliente cayendo sobre piel desnuda,

gritos ahogados en la almohada muda.

 

Describiste un beso robado bajo la luna llena,

donde el deseo crecía sin ninguna pena.

Manos que se encontraban en la oscuridad,

explorando el cuerpo con sensualidad.

 

Me contabas de un bosque, de un refugio secreto,

donde nuestros gemidos eran nuestro amuleto.

Cada encuentro en la naturaleza, un acto prohibido,

donde el deseo salvaje no estaba reprimido.

 

Hablabas de caricias furtivas en el cine,

donde el deseo nos consumía sin que nadie opine.

De un ascensor en movimiento, cada piso una etapa,

donde cada beso y caricia nos atrapaba.

 

Cada fantasía, un latido en mi pecho,

una promesa de un amor nunca deshecho.

En tus fantasías veía un mar de ternura,

donde el deseo y el amor son una mezcla pura.

 

Con seguridad, me abriste tu alma desnuda,

mostrándome un mundo sin miedos, sin duda.

En cada susurro, en cada confesión,

encontré en tus fantasías un amor sin condición.

 

Ahora, en la penumbra, recuerdo tus palabras,

cada fantasía, cada deseo que me embriaga.

Con amor y seguridad, construimos nuestro edén,

donde nuestras fantasías se vuelven realidad también.