El nirvana de mi alma en tus labios se encuentra,
como un fuego que danza en la sombra y se agita;
un abismo sensual donde el deseo se adentra,
y la noche se rinde a la piel que palpita.
Tu mirada es el templo donde el ansia se centra,
un altar de delirio que mi carne recita;
cada roce es un eco que a mi ser se concentra,
en un juego de ardores donde el alma me invita.
En la curva fugaz de tu cuerpo y tus huellas,
descifré la pasión en su forma absoluta,
como astros que arden en caricias tan bellas.
Mas la sombra del alba, tan cruel y diminuta,
me despierta a un vacío: tus luces, estrellas,
se disuelven en niebla, dejándome en disputa.