Cuando la abrupta conciencia
sus infracciones confiesa
y la indulgencia requiere
sufrir con la penitencia;
como la pena precede
al reparador silencio
y en el rezar se compilan
voces de arrepentimiento,
con las tensas convulsiones
que conmocionan mi alma
mi conciencia se conforta, y,
vacante se hace la calma.
JOSE ANTONIO GARCIA CALVO