Revoquemos la ausencia, el temor al mañana y a la senectud; invalidemos los discursos políticos, quememos los ideales, construyamos otros cielos, reanudemos el diálogo interno, vibremos en armonía con toda la materia, sembremos la paz, destituyamos el fracaso, encarcelemos las pesadillas, labremos el espíritu, cuidemos la vida, tejamos la sonrisa, sopesemos la muerte, invadamos la vida de coherencia, busquemos la gloria, ardamos de pasión, degollemos las tragedias, inventémonos y reinventémonos; y así, constantemente, hasta que se nos otorgue nuestra libertad.