Yeshuapoemario

Los siervos de Dios

 

 

En el vasto tapiz de la fe, cada hilo cuenta la historia de una búsqueda, un propósito que se despliega en el lienzo del tiempo. Los siervos de Dios, con sus voces entrelazadas, proclaman un mensaje que resuena a través de las naciones, tribus, lenguas y pueblos, un eco de esperanza que trasciende la barrera del finito. Como heraldos de un reino eterno, llevan la carga de una verdad que no todos desean escuchar, pero que aún así se sostiene firme ante la tormenta de los días venideros.

 

Los ángeles, mensajeros de calamidades, vuelan en el firmamento del Apocalipsis, anunciando el destino de aquellos que se apartan del camino. Y siervos de Dios, valientes en su convicción, enfrentan la adversidad con la fortaleza de su fe, sabiendo que su mensaje, aunque duro, es necesario para despertar espiritualmente antes de que llegue el día de la furia divina.

 

En la quietud de la devoción, los verdaderos cristianos buscan la excelencia en su servicio, estableciendo metas espirituales que son faros de luz en su camino hacia la santidad. Desarrollan cualidades que reflejan el amor de su Padre celestial, adquiriendo habilidades que les permiten extender sus manos en ayuda a los demás. Es un viaje de crecimiento constante, donde cada paso adelante es un paso hacia la gracia.

 

Porque en el corazón de su fe yace el deseo de agradar a Jehová, de utilizar cada talento y habilidad no solo para su gloria, sino también para el bienestar de sus hermanos y hermanas en la fe. Y así, en el fluir de la vida, continúan avanzando, creciendo en espíritu, fortaleciendo su resolución, y elevando sus almas hacia lo divino, donde la verdad eterna los espera con brazos abiertos.