Amanecer
La invisible mano del amanecer
retira con esmero el tul
de la moribunda noche,
desnudando el paisaje.
En el horizonte,
sonrojado y tímido,
pestañean los destellos del día,
difuminando truncados sueños
por un sol
que asciende con majestuosa fatalidad.
Las copas de los árboles
hacen tintinear sus hojas
al compás del canto
de pájaros en su despertar.
La maleza,
aún perlada por el rocío,
ofrece su lustroso manto
a la luz temblorosa de la mañana
como tributo efímero
a la nueva jornada.
Los insectos,
desperezándose en su diminuto mundo,
tejen una sinfonía caótica,
donde la cacofonía encuentra su lugar
en el equilibrio del todo.
Es el toque de diana de la naturaleza,
que marca el inicio de un nuevo día,
dedicado
a la incansable búsqueda
de parejas y alimento,
en el eterno ciclo de la existencia.
Pero…
en este juego ancestral
llegará el traicionero atardecer
a recordar que…
con la naturaleza no se juega.