Paulina Dix

Diciembre 7

Dos años batallando en el día y llorando en las noches, las cuencas de mis muertos ojos se secaron de llorar, se han secado, igual que el alma que un día dijiste amar.

Se acabó el sufrimiento, al fin la muerte llegó y arrebató de mi pecho la huella de todo dolor, también se llevó con ella la esperanza de volver a tu lado y ser feliz. Me arrancó todo lo que un día amé, se llevó mi alma y la puso a dormir.

 

Ahora sí, que venga Cristo y me levante, porque de mi voluntad no lo haré.

Que me reviva, así sea con engaños.

Que me saque Dios de la tumba, si es que puede.

Porque este cuerpo de barro y fuego ya se rindió.

Paulina Dix