Tus ojos, espejismos de un tiempo ajeno,
dibujan senderos entre mi piel y tus años;
susurran promesas de un amor sereno,
mientras el deseo crepita como leños extraños.
Eres manantial que calma mi sed antigua,
tu experiencia un océano que en mí se vierte.
En cada caricia, el cosmos nos intriga,
y en espasmos mutuos, la eternidad se convierte.
Tu tacto, etéreo, se mezcla con mi esencia,
un conjuro arcano que incendia y consuela.
Tu amor, sin máscaras, sincero en su presencia,
es un fuego animal que mi alma desvela.
Cuando nuestras miradas chocan, arden cielos,
el aire se espesa, el tiempo se diluye;
nuestros cuerpos, unificados en duelos,
se fusionan en un latir que nunca concluye.
En esta y en mil vidas, prometo amarte,
tu alma será siempre mi refugio y mi faro.
No hay barreras ni edades, solo heridas
que el amor eterno convierte en arte.
Kerly R Elizalde Masache
Torbellino