gaspar jover polo

LOS CONEJOS DEL LAGO

LOS CONEJOS DEL LAGO

 

Aquel lago semiurbano llamaba la atención

porque disponía brumoso

de una franja espesa de vegetación

en parte de sus orillas, de un bosquecillo compuesto

por olmos y por pinos de regular tamaño,

y por una colonia de conejos silvestres,

ágiles, diminutos en comparación con los árboles

de  ribera, que se alzaban oscuros y casi majestuosos.

Pero aquellos conejos de la orilla izquierda

solo aparecían a ciertas horas,

a final de la tarde especialmente,

en la ciudad del norte centroeuropeo

enfundados en sus grises pieles de abrigo.

Saltaban y corrían y cruzaban el camino de pronto

sin miedo, porque los paseantes nativos, al parecer,

no gustaban de la caza del conejo silvestre

en ninguna de sus modalidades. Y por esta razón

eran muchos y proporcionaban

un toque de animación infantil, alegre, vistosa,

un alma viva a los alrededores.

Uno y otro y otro conejo aparecían por sorpresa,

cruzaban por delante y, enseguida, desaparecían,

se ocultaban veloces en el centro de la naturaleza,

en la maleza que por aquel margen se desarrollaba frondosa,

como auténticos duendecillos del claro.

 

 

Gaspar Jover Polo