a lo lejos miro tu cabello como ola infinita de deseo
que transcurre como reloj va callendo lentamente
y amortigua las caídas de dolor y agonía.
Un dolor de ironía, la agonía del desvelo.
Quedamos frente a frente aún escuchando el silencio
y los ecos que aún retumban son pecados anteriores.
Bailan encima de nosotros como pequeños demonios,
placeres divinos que humedecen nuestros labios.
No puedo olvidar como emepezó todo esto
que es lo erótico frente a tu cuerpo desnudo
rodeado de ángeles que te concedieron alas
que he profanado al bajar tu guardia.
La luz se apaga, nuestros deseos perduran,
los brazos cansados, las bocas vencidas,
tus piernas rendidas en mis manos contagiosas
de tanto amar aquella vez que fuiste mía.