Carlos Eduardo

ESPEJO

-¿De qué temes, cobarde criatura? ¿De qué lloras, corazón de mantequillas? ¿Quién te persigue, o quién te acosa, ánimo de ratón casero, o qué te falta, menesteroso en la mitad de las entrañas de la abundancia? ¿Por dicha vas caminando a pie y descalzo por las montañas rifeas, sino sentado en una tabla, como un archiduque, por el sesgo curso deste agradable río, de donde en breve espacio saldremos al mar dilatado? Pero ya habremos de haber salido, y caminado, por lo menos, setecientas u ochocientas leguas; y si yo tuviera aquí un astrolabio con que tomar la altura del polo, yo te dijera las que hemos caminado; aunque, o yo sé poco, o ya hemos pasado, o pasaremos presto, por la línea equinoccial, que divide y corta los dos contrapuestos polos en igual distancia. EL QUIJOTE

 

En mi vida

hay un espejo cóncavo

por donde observo 

un azul intenso

alojado en mi corazón,

 

al expandirse va al cielo,

el resto, verde, se desprende,

cae a la tierra;

 

por ese prado camino,

solo hasta el horizonte,

 

la mar calma espera,

las sirenas se arremolinan al verme llegar,

me llaman con sus cantos,

 

las nubes,

alfombras voladoras,

desde lo alto

me lanzan,

un albatros errante

me sostiene,

llegamos a una isla,

desciendo,

...

alucinaciones