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VIVIR LA ALEGRÍA EN NAVIDAD

Sudor y sangre corrían por su frente,
Solo, ante una multitud creciente.
Una sonrisa incomprendida
Inmune al dolor de los clavos
Pues Él mantenía su mirada fija
En una persona que lloraba por ambos.

Firme ante su destino desdichado
Su presencia le evocó recuerdo pasados
De cuando estaba en sus brazos,
De un frio portal sin luz
De la misma madera que aquella cruz.
De su inocente llanto,
Que ella acalló con el cariño de su tacto.

Ese calor de su madre
le volvió a resguardar
Dándole fuerzas una ves más
Pues ahora era Él quien le debía consolar.