En un laberinto mental me perdí,
Cuando tus ojos, dos estrellas, me hallaron.
Distraído, en mi mundo, sin sentir,
Tus miradas, como flechas, me ignoraron.
Tus palabras, suaves brisas en mi oído,
Se perdieron en el eco de mi mente.
Indiferente, tu amor no comprendí,
Y en mi egoísmo, tu cariño se siente.
Un giro del destino, un soplo de suerte,
Tu amiga, mensajera, un puente tendió.
En ese número, un nuevo horizonte encontré,
Y mi corazón, dormido, despertó.
Con anhelo, a conquistarte me lancé,
Mostrando mi alma, sin nada que esconder.
Pero el destino, cruel, me hizo caer,
Y mi amor, como una vela, se extinguió.
Ahora, solo, en la fría oscuridad,
Siento un vacío que nada llena.
Mi corazón, herido, busca tu verdad,
Y en mis sueños, tu imagen se desvanece.