Al amor que su voz ofrecía
le faltaba del alma su acento;
y escuchándola bien, se sentía
sin la savia del gran sentimiento.
Su promesa, de fe carecía
sin tener de pasión el aliento;
y en sus labios note que mentía
al decir su mendaz juramento.
Que la boda un fracaso sería
lo supuse en el mismo momento,
al mirar que su rostro lucía
Un semblante de arrepentimiento;
cuando vió que en la alianza no había
de un diamante su hermoso portento.
Autor: Aníbal Rodríguez.