Ivette Urroz

Retrato de un Alma Agolpada

Nervio segador, oscuro de aflicción, que

observa de improviso el vacío metódico y porfiado;

tú, noctívago, sombreas

entre lingotes de gritos, proyectando tu mansedumbre al infinito,

recibiendo las tempestades brunas y lentas de otras eras.

Y, en tu senectud sórdida de llanto, un miramar de comprensión

ágil, que regresa a contrafuego, te embarca como

un alma de canto agolpada —

controvertida entre magnolias alfabetizadas

de huesos marchitos y salobres.

Seniles, añiles y nocturnas,

agitando la idea demacrada de labios apóstatas,

donde la angustia llueve desde un árbol bilabiado.

¡Ay, serpenteante espuma del placer,

bramas ese instante que se vierte vertical y atareado,

mientras en macabro efecto te deleitas!

Por cada milenio y muchos más, configuras

huecos de clemencia en pesadillas ochavadas de misterios,

jalados hacia el oeste por un corazón destejido cabalgante;

y hoy por hoy,

la cleptomanía de la tarde nómada se remuele en su propia angustia,

¡Ah!, alma de nervio segador, cavilando por esas brechas que consumen

la falacia de tu furia intempestiva.

Ivette Mendoza Fajardo