Maldice lo que en el nombre no tuvo rabia o esperanza
Quien cree que en sus pasos solitarios habrá luminarias, solo retrocede
Para desandar la forma de lo que abandona.
Poesía, raíz bastarda, ahora
por favor, quiebra tu propio vientre.
Si es nuestra palabra la casa del ser
Seré su primogénito infiel y deseante,
Si resulta ser nuestra herencia,
entonces yo seré el mayor de sus abortos.
Madre, en el montaje de esta ficción
O en la intemperie de la economía
Lee estas palabras,
Solo por ahora, dales el peso que merecen
O la materia mortal que desmerecen
arrojadas contra nuestras deudas de nacimiento
escritas a la manera de los profetas de temporada
solo leídas por la noche como en un prólogo bastardo de los sueños.
Hermana, tú solo piensa en el reflejo de lo que amas y atesoras
Sin modular todavía lo que la razón no desvirga.
Piensa en el amor como en ese rayo de la leyenda, sin reino ni raíz
Que todas las mañanas se cuela por el cuarto e invade tu universo
Solo para decirte que abras la puerta y disuelvas lo que en ti era carne y no canción.
Crece hacia lo que yo siempre me negué en secreto: la broma sagrada
De las personas y las cosas que no tienen límites ni expectativas
Pero que con solo un gesto
Acarician el tumulto y se abandonan a la maquinaria de los días.
Uno que otro confidente se abraza extático
En los ritos fúnebres de día domingo,
Para que en algún momento de debilidad florezcan
Las melodías ocultas de nuestra penitencia,
Desentonando con el ritmo original de lo que fue inocente y se olvida
Lo aún no escrito es herida e incendio en el seno de la familia
Pero es fuego que quiere disolver algún hielo
Como el hacha de Kafka, todavía sin demasiada fuerza
Pero con el suficiente fondo.
Es historia abrigada en escombros de ternura
nocturna, sin dar razón a la razón.
Es linaje incendiado en la vena,
socavando lo más hermético de uno mismo,
sólo para no abrir del todo el corazón
y vivir de acuerdo a nuestras desapariciones.