Si el ventarrón en su austeridad te congela, oh mía,
en tus desvaríos de horas sin sol y más me buscas,
sueña con levitar y matar las historias donde
ásperamente hemos actuado sin rumbo ni maestro,
hagamos, ser de belleza, que nuestros besos y caricias
sean el motor que impulse nuestro viaje
hacia el cosmos, degustando de los deleites
de un nuevo cielo, prescindiremos de valijas
y nos vestiremos de eter descubriendo al infinito,
ya no habrán más tinieblas… sólo el devenir
del edén tersamente entretejido por tu voz y mi voz.