Rafael Blanco

Tan solo con observar

Entonces y sin querer note el suspiro de una rosa y una lágrima perdida que bañaba sin medida aquel pétalo al caer.

Y en la mirada del viejo, que pedía noblemente  vi en la pureza de su alma el deseo más ferviente por no volver a amanecer.

Vi el sol como salía a repartir alegría empezando un nuevo día a la gente que marchaba a producir sin medida para llevar a la casa  un poquito de comida que a la hora de la cena, multiplicaba milagros. Pues para todos había, ya que la madre sabía que todos debían comer

Note a las parejas felices robándose cada beso cada caricia y abrazos muchos de ellos prohibidos y tras un adiós repentino cada quien por su camino esperando otro momento para así volverse a ver

Y entre sombras y mil ecos repetidos, distante de los misterios, note que la tarde oscura se escondía entre tinieblas ausente de su poder.

Y las luces se apagaban poco a poco en la distancia llevándose entre cornisas todas aquellas sonrisas y los gritos suspendidos de hombres, mujeres y niños para dormir a placer.

Y son tantas las historias que se podrían contar. pero vivimos tan lejos de toda la realidad que ya no nos queda tiempo ni siquiera de mirar.

Y la vida se nos va poco a poco y sin parar dejando tras de nosotros una huella en el silencio que nadie ha de pisar, porque si esto ocurriera se podrían tropezar y quién sabe si algún día se pudieran levantar, tan simple y llanamente…

Por no querer observar

 

 

Rafael Blanco López

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