Yo no sé si tu cabellera
es un pedazo de la noche
o un río de sombras
desbordándose en mis dedos.
Yo no sé si tus manos
son dos hadas traviesas
jugando con mis anhelos
o dos nubes suaves
calmando la sed
de mis crepúsculos.
Yo no sé si tu cintura
es la frontera invisible
entre el vértigo y la calma
o la curva precisa
donde se inclinan mis besos
para quedarse a vivir.
Yo no sé si tus ojos
son dos faroles errantes
perdidos en la niebla
o dos incendios cautivos
que arden sin tregua
en el bosque de mi pecho.
Yo no sé si tu voz
es la marea del alba
rozando con sigilo mis oídos,
o la cuerda invisible
que sujeta el silencio
cuando ya no tengo palabras.
Yo no sé si tú
eres un espejismo que duele
o la herida que me quema
y que no quiero cerrar.