Pido al destino por ti,
por mí,
por los dos,
por nuestras bocas,
nuestras manos,
la noche de diciembre,
la tarde de verano.
Por tu cintura en mis brazos,
por tu amor,
por el mío.
Ruego a Dios por nosotros,
por nuestras miradas,
por la casualidad,
el momento exacto,
la banca en algún parque,
la calle de alguna ciudad.
Por mirarte y que me mires,
como los que se reconocen
y se aman.