Cuando mi cuerpo ya no resista más las batallas,
Y mi alma vaya al encuentro con el Señor,
He de irme satisfecho con mis logros,
Impregnados en versos y cantos que han nacido del corazón.
Sin arrepentimientos de mis actos ,
Llevando conmigo memorias sin rencor,
Sin dudas el viento llevará mi esencia escondida,
Y el tiempo guardará mis sueños de amor.
Despedirme es partir, no es decir adiós,
Es confiar que el alma siempre perdura.
Aunque mi mente y corazón mueran para siempre
El eco de mi voz en la brisa murmura, sin cesar.