Cómo diamante, brillaba su mirar,
Una joya pura, sin tacha ni mal.
Amiga fiel, amante ideal,
Quiso ser el presente, en su corazón cabal.
Más el destino, cruel y despiadado,
Le tendió una trampa, cuidadosamente elaborado.
De la inocencia se aprovechó sin piedad,
Usando su cuerpo, como un vil esclavo.
Su virtud, cual flor, marchitó en la noche,
Robada su alma, en un acto vergonzoso.
De su amor sincero, solo quedó un eco,
Y un corazón roto, lleno de dolor.
Sola quedó, en la oscuridad,
Llorando su suerte, en amarga soledad.
Un diamante roto, sin brillo ni luz,
Hundida en el fango, sin más por qué vivir.
Y así quedó, marcada por la afrenta,
Un alma herida, en perpetua tormenta.
Su cuerpo, templo profanado,
Su corazón, en pedazos partido.
Y el hombre, vil y cruel, se pavonea,
Creyendo ser dueño, de lo que jamás fue suyo.
Más el karma, inexorable, llegará,
Y su alma, igual que ella, sufrirá.
Y la sociedad, cómplice silencioso,
Acepta la norma, sin un solo aviso.
La mujer, objeto, sin voz ni opinión,
Sufriendo en silencio, sin ningún consuelo.
En cada esquina, una historia igual,
Un jardín arrasado, un alma enjaulada.
Pero la esperanza, como un débil hilo,
Sigue latiendo, en cada mujer rebelde.
JTA.
Posdata: En cada alma femenina, un universo florece,
Un jardín de sueños, donde la vida crece.
Respetemos su esencia, su fuerza y su luz.